viernes, 16 de mayo de 2008

Arias Tristes

Arias Tristes Juan Ramón Jiménez

Después de mirar la luna
he cerrado mi ventana;
fuera se queda la noche
con su lumbre verde y blanca.

La noche está clara y triste;
en la campiña lejana
se dibujan dulcemente
las misteriosas montañas;

en el jardín melancólico
las veredas son de plata,
y en el fondo de la fuente
duerme la luna encantada.

¿Quién no sueña entre la noche?
He vuelto a abrir mi ventana.
Apago mi luz: el cielo
súbitamente se aclara.

Y por mi cuarto, en la sombra
vagamente plateada,
mi cuerpo negro pasea
la claridad de mi alma.



pienso: mientras yo duermo,
la noche suspira y ama,
la luna besa las flores,
surgen las visiones blancas,

hay fugas de estrellas, dice
la brisa dulces palabras,
y la virgen de la fuente
sale riendo del agua;

lo azul parece que mira;
todo asusta; las fragancias
son más frescas, los suspiros
más amantes, la nostalgia

más divina; siente el cuerpo
toda la bruma del alma,
y el hilo de nieve y luna
de la fuente tiembla y canta.

Y miro la noche: y digo
a todos tristes palabras,
y en la penumbra fragante
ruedan y ruedan mis lágrimas

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